Haizea

Haizea, nuestra protagonista, es una chica de 14 años, que entra en una etapa llena de problemas.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 8: Y yo siempre te querré.

Y pasó una semana. Una dolorosa semana., y Cristina seguía sin despertarse. Cada tarde, Haizea iba al hospital y le contaba a Cristina lo que le pasaba. Era una suerte tener el hospital al lado del colegio, puesto que nada más terminar las clases, iba a verla.

-Verás…-Decía entre lágrimas- Yo ya no puedo más. Tengo miedo de que cuando te despiertes…Yo no esté. Tengo miedo a perderte a ti también…
-Señorita, la hora de visitas ha terminado.
- Lo siento, me quedo a dormir aquí- Respondía día tras día.
-¿Otra vez? ¿Es usted familia directa de la paciente?-Decía cansada la enfermera.
- No, pero soy su mejor amiga.
-¿Es usted mayor de edad?
- No, pero tengo quin…
- Lo siento, chica. Ya es tarde, tu amiga necesita…Descansar.
Y cada noche se iba triste y sola a casa. Una vez hasta llegó a creer que Iván le dejaba su chaqueta, pero veía que nada era real. Su vida comenzaba a ser un desastre. Estaba lejos del chico al que quería y su amiga estaba en coma.

El viernes por la noche fue también al hospital, y tampoco pudo quedarse, así que triste y desolada se sentó en un banco a llorar.
-¿Estás bien? – Preguntó una voz masculina, como si no fuese de allí.
-Podría estar mejor – Dijo Haizea levantando la cabeza, cuando vio a un chico de increíbles ojos azules.
-¿Qué te pasa? – Dijo con un acento raro.
-¿Quién eres tú? – Preguntó Haizea.
-Perdona, qué… Emm… ¿Descortés, se dice?
-Sí, exacto – Repuso con ironía.
-Verás, me llamo Ulisse. Estoy aquí por trabajo- Dijo señalando con la cabeza el hospital.
-¿Trabajo tú? – Dijo sorprendida Haizea- ¡Pero si eres muy joven!

El chico rió dulcemente, y dijo en tono amable.
-No deberías estar sola por el centro a estas horas – Haizea deducía cada vez más que el chico era extranjero. ‘’Italiano, tiene que ser italiano’’ Pensó.

El joven Ulisse le sonrió otra vez , pero con más dulzura que anteriormente , algo que parecía increíble, y se fue sin decir nada más. 
Siguiendo el consejo del extraño Ulisse, se fue a casa entre lágrimas aún, pensando en qué trabajaría aquel supuesto italiano.

Aquella noche se conectó a la red social, pero no había nadie demasiado interesante conectado. Siguió dándole vueltas a lo de Ulisse, ¿en qué trabajaría aquel enigmático chico , siendo tan joven? 
Decidió coger el teléfono para llamar a Cristina y contárselo, para saber su opinión. Tomó el teléfono y marcó el número, pero en seguida colgó entre lágrimas; su amiga estaba en coma, no cogería el teléfono.

Se acostó en cama, no sin pensar una vez más en los ojos azules de aquel extranjero. Su acento, su manera de pronunciar de aquella manera ‘’Descortés’’ , era extraño. Como si aquella conversación le persiguiera. Cerró los ojos y comenzó a soñar.



A la mañana siguiente, Haizea recibió una bipolar sorpresa. Su prima estaba haciendo las maletas.
-¿Adónde demonios vas, Sara? – Preguntó medio dormida.
-¿No te acuerdas?-Respondió con otra pregunta su prima- Solo me iba a quedar unos meses contigo. Hoy es el último día que asisto a tu colegio; voy a despedirme.
Haizea abrió los ojos , completamente espabilada
-Sara, no te puedes ir ahora.
- Pero mis padres ya han llegado.
-Pero Iván se ha ido, Cristina está en coma, Marina, Mel y Sergio están deprimidos. ¿Con quién estaré yo ahora?
-Tenemos menos de veinticuatro horas juntas, más vale que las aprovechemos-Sara hizo una pausa- Y apura, sonará raro, pero no quiero llegar tarde a clase- Dijo doblando una camiseta roja.

Caminaron decididamente al colegio, no llegaban tarde, así que se quedaron a hablar un rato con el panadero.
-Siento mucho lo que le ha pasado a tu amiga, Haizea- Dijo Ricardo.
- No pasa nada, señor Panadero…
- Y también siento mucho lo de aquel pobre chico, Iván.
- Es una lástima, él no tenía la culpa- Dijo Sara, con una microlágrima asomando en sus pestañas- Llegaremos tarde.

Después de despedirse, entraron en el edificio. Haizea y Sara buscaban nerviosamente con la mirada a Sergio, que apareció detrás de ellas
-Hola, chicas- Dijo secamente.
- Vaya, no nos has asustado esta vez- Dijo Sara abrazándole. En seguida, Haizea se unió al abrazo.
-¿Qué tal estás? – Preguntó.
- Mal 

Sonó el timbre de entrada, y los alumnos subieron las escaleras y llegaron a clase. Encontraron escrito en la pizarra ‘ Sal-va-to-re ’
Rápidamente, Sara agarró el brazo de su prima, y dijo:
-Menudo pivón. Una pena que no me quede para ver la que se monta, pero más te vale contarme por Tuenti, malvada
Pero su prima no le hizo caso, y se sentó al lado de Sergio, pensando que ahora Sara vería con buenos ojos a algún compañero.
De repente, escuchó una voz extrañamente familiar.
-Buenos días a todos. Me llamo Ulisse Salvatore, y soy vuestro nuevo tutor. Vuestra profesora se ha…-Dudó unos minutos- Jubilado. 

Haizea no levantó la vista, ya que seguía pensando en el chico de ayer, y creyendo inicios de una obsesión, se fue a su mundo.
-Haizzea Riapo…Riapozzo Sifuentes- Escuchó.
-Presente- Dijo inmediatamente , levantando la cabeza y vio al chico de ojos azules- ¿Ulisse? – Preguntó- ¿Eres profesor?
- ¡Haichea! – Dijo - ¿Ese es tu nombre?
- Te daré clases para pronunciarlo mejor, tanto nombre como apellidos- Rió.
-Después de esta agradable sorpresa…Debo comunicaros que también soy vuestro profesor de música- Dijo Ulisse arrastrando el teclado que había en la esquina de la clase, y enchufándolo- Sabéis que se ha muerto una de las grandes de la música, Whitney Houston, ¿verdad?- Todos asintieron con la cabeza- ¿Y cuántos habéis visto El Guardaespaldas? – Levantaron todos la mano.
-Tuvimos que verla para música, sacar conclusiones, y esas cosas.
-¡Perfecto! – Exclamó Ulisse- Vamos a cantar todos I Will Always Love You. ¿De acuerdo?-Frotándose las manos, la mayoría de la clase se estiró- Entráis en el estribillo.

Ulisse comenzó a cantar mientras con suavidad tocaba el piano:

If I should stay, 
I would only be in your way. 
So I'll go, but I know 
I'll think of you ev'ry step of the way. 

And I will always love you. 
I will always love you. 
You, my darling you. Hmm. 

Bittersweet memories 
that is all I'm taking with me. 
So, goodbye. Please, don't cry. 
We both know I'm not what you, you need.


Haizea no dejaba de pensar ‘’ Qué voz tan bonita tiene, y su perfecto inglés’’ mientras suspiraba, y todos entraron a coro

And I will always love you. 
I will always love you.


Todos cantaban mirándose alegres, mientras Sergio, Haizea y Sara lloraban abrazados. Todos callaron, incluso Ulisse, que parecía no saberse el resto de la letra, comenzó un solo de piano.
Entonces, Sara , con voz firme y con una lágrima en el rostro, cantó:

I hope life treats you kind ...

Haizea y ella cantaron a la vez:

And I hope you have all you've dreamed of. 
And I wish to you, joy and happiness.

Y finalmente, con una voz llena de gallos siguió Sergio:

But above all this, I wish you love.

Y Ulisse se unió solo con una voz increíblemente preciosa para un hombre:


And I will always love you. 
I will always love you. 
I will always love you.
I will always love you. 
I will always love you. 
I, I will always love you. 


Haizea creía que iba a desmayarse en cualquier momento, y se sonrojó cuando Ulisse cantó las dos últimas frases guiñándole un ojo:

You, darling, I love you. 
Ooh, I'll always, I'll always love you.


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miércoles, 15 de febrero de 2012

Capítulo 7: La catástrofe


-No se si sería una buena idea- Dijo Ainhoa, la madre de Haizea. Estaba sorprendida por la repentina amabilidad de Marina, que unos días antes había llamado a su hija golfa y les había armado una buena.
-¡Oh, si! Insisto. Ainhoa, creo que tú y yo deberíamos hablar. Iván, enséñales a las chicas el cuarto- Ordenó dirigiéndose a su hijo.
-¿¡Cómo!? ¿Vamos a dormir en la misma habitación?- Cuestionó Haizea.
-Lo siento, no tenemos habitación de invitados; pero tranquilas, no será en la misma cama- Dijo quiñándole un ojo a una de las chicas. Las dos madres se dirigieron a la cocina, olvidando todo lo ocurrido días antes entre sus hijos. Es más, parecía que incluso los intentaban emparejar, pero ellos sabían que no era así. Simplemente estaban demasiado confusas con lo que había pasado: Sus dos maridos era gays, estaban juntos desde hacía tiempo y se habían fugado.
-De película- Se le escapó a Sara.
-¿Qué?- Preguntó Iván que no había podido evitar oír su murmullo.
-Nada. Simplemente que a vosotros os pasan un montón de cosas. Parece que vivís en una película.
Haizea e Iván rieron e intercambiaron unas miradas. Sara no lo entendía, ¿qué relación tenían estos chicos? Al rato se odiaban, a los cinco minutos se querían con locura.
Recorrieron el pasillo y llegaron a una habitación de paredes verde alga, llenas de posters y fotografías. Haizea se colocó en el medio e intentó no perder detalle del cuarto de Iván.
-¿Cómo es que hay dos camas?- Preguntó porfin.
-Es de cuando mi hermana Melinda vivía con nosotros. Ya sabéis, la profesora de primero de infantil. Cuando éramos niños dormíamos los dos aquí- Soltó una carcajada- Pero todo era azul con pegatinas de Hello Kitty.
Sara se sentó sobre una cama y con toda la confianza del mundo preguntó:
-¿Dónde duermo yo?
-Tú ahí, con Haizea- Dijo señalando la cama cama de la derecha, perteneciente a Mel.
-¿No duerme Haizea contigo?- Señaló descarada. Iván no respondió, y su prima se giró rapidamente hacia ella con los ojos fuera de las órbitas. Los tres se quedaron callados en silencio durante un rato, pensando en todo y en nada.
-¡¡Se me olvidó llamar a Cristina!!- Gritó Haizea mientras se sentaba en la cama con Sara y se sacaba el móvil del bolsillo. Marcó el número de su amiga y esta le cogió en seguida.
-¡¡Digamelón!!
-¡Criiiiiiiiiiiiiiiiis!
-Oiga, usted se me relaja, señorita, que lo de hoy en el cole al final salió bien- Dijo mientras guiñaba un ojo al otro lado del teléfono.
-No es eso. ¿Puedes venir a casa de Iván?
-¿Ahora? ¿No es muy tarde?
-¡NO! - Gritaron los tres al unisono.
-Vale, vale. Dame cinco minutos- Y colgó sin despedirse.
Estuvieron haciendo un poco el tonto con el ordenador hasta que llegó Cristina. Para su sorpresa venía con Sergio. Que saludó a Iván con un largo "Heeeeeeeeeey".
-Bueno, yo como no tengo novio paso de quedarme aquí rollo parejita- Dijo Sara molesta mientras caminaba hacia el salón. Haizea cerró la puerta y les explicó a Sergio y Cristina lo que había pasado. Su amiga ni siquiera se había quitado su plumax negro y azul cuando Haizea terminó el relato.
-¿Hace frío fuera?- Preguntó Iván al ver sus abrigos.
-¿Qué tramas?- Cuestionó su amiga Cristina recordando los viejos tiempos. Esa mirada la ponía cada vez que iba a construír una casa de madera, a domar ardillas o a fabricar una diminuta ciudad con bellotas. Es decir, cuando se le ocurría algún plan. Aunque en esos momentos estaba resentida y no le emocionó tanto como antes.
Todos cruzaron las piernas al estilo maya y se sentaron encima de la cama de Iván. Él les explicó que podrían ir a buscar a sus padres fugitivos, dio por seguro que estarían en el bosque. Era a donde su padre iba siempre cuando su madre se ponía muy quejica. Por un momento le invadío la idea de que su padre y el de Haizea llevaran un tiempo de amantes viéndose allí a escondidas. Pero le repugnó y la apartó de su atril de pensamientos para seguir contándoles el plan: Sara no se podía enterar.
-No te ofendas Haizea, pero tu prima se chivaría.
-No me ofendo, se chivó de lo nuestro- Dijo con una mueca.
-¿¡Lo vuestro!?- Exclamó Sergio que al parecer todavía no sabía nada. -¿Es que estáis?
A esta pregunta respondieron los dos a la vez. Podrían haberse puesto de acuerdo para responder "So" o "Ni", pero en cambio, Haizea respondió "No" e Iván respondió "Si". Se miraron y comenzaron a discutir animadamente sobre la respuesta del otro. Apenas se entendía una sola palabra de lo que decían. Todo era un caos hasta que Cris pegó un grito.
-Chicos, basta ya. Tenemos que preocuparnos de otra cosa. ¿Cómo no se va a dar cuenta Sara de que no estáis?
-Fácil, nos iremos cuando todos duerman. Tiene el sueño profundo- Dijo Haizea con una sonrisa pícara.
-Aún así, Cris tiene razón. No debemos arriesgarnos- Iván cogió su teléfono y empezó a rebuscar en la agenda. Escogió el número de su hermana Melinda, y le explicó todo lo que pasaba. Ella casi se desmaya al enterarse de que su padre tenía un amante, y que aún por encima era un hombre. Finalmente, aceptó lo que le pedía Iván: Que viniera a casa a pasar la noche y controlara a Sara asegurándose de que no sabía ni se enteraba de nada.
Sergio y Cristina se fueron a sus respectivas casas, lo que nadie sabía es que habían quedado a las doce y media en la entrada del bosque. Al ver que la parejita se marchaba, Sara volvió a la habitación, aunque no tenía muchas ganas de ver como Iván y Haizea tonteban.
-Bueno, ¿qué? ¿Nos ponemos el pijama?- Dijo con un punto de indiferencia en la voz al entrar.
-Vale- Haizea sacó su pijama de la pequeña maleta que traía y se quedó un rato en silencio. Al ver que su chico (Sí, sabe que no es lo adecuado pero le encanta llamarle así) no reaccionaba le dijo:
-Iván, ¡fuera!- Él lo entendió al momento: las chicas se iba a cambiar, y él era un chico. No podía quedarse ahí. Cuando ellas terminaron, él no quiso cambiarse con la excusa de que estaba cómodo. Vieron un rato la tele, cenaron y jugaron al monopoli intentando olvidar lo de sus padres mientras Marina y Ainhoa se tomaban numerosas infusiones en la cocina. Un chirrido muy cercano se escuchó en toda la casa.
-Llega a tiempo para conocer a su cuñada- Bromeó Sara, divertida, por lo bajo.
-¡Meeel! ¡Mi vida!- Gritó Marina levantándose a abrazar a su hija, que acababa de entrar. La familia de Haizea no terminaba de creerse que fuera tan cariñosa. Quizás lo de la otra vez fue un descuido...
-¡Mamá!- Madre e hija se fundieron en un abrazo de verdadero amor y preocupación.
-Cariño hacia mucho tiempo que no te veía. ¡No te imaginas lo que pasó!- Exclamó la veterinaria llevándose una mano a la cabeza.
-Si es por lo de papá, ya me contó Iván. Señorito con el que tengo pendiente hablar- Lanzó una mirada de complicidad a su hermano pequeño. Haizea sonrió, le caía genial Melinda, era muy dulce, sincera, amable... ¡y guapa! Por el contrario, a Marina no le gustó nada que su hijo hubiera contado su "versión" de la historia y lanzó una mirada en plan: ¡A tu cuarto!
No hizo falta que lo dijera para que el chico y las dos bellezas lo entendieran. Iván cogió a Haizea de la mano y tiró de ella hacia la habitación. Sara se puso entre los dos. No soportaba verlos juntos. Mientras tanto, Mel se fue a la cocina con las madres, que seguían trangándose decenas de infusiones. Ya sabía lo que tenía que hacer.
Se hacia de noche...
Una sesión de tuenti y cotilleos sirvieron para que Sara cogiera el sueño, y por desgracias, Haizea también estaba cansada. Iván aprendió mucho sobre la gente del colegio escuchando a las dos primas. ¡¿Cómo pueden estar tan enteradas de todo?!
El chico siempre había odiado a los cotillas, pero esa noche le empezó a coger gustillo.
-Niños, apagad la luz- Ordenó la "arisca-dulce" y "malvada-amable" veterinaria abriendo la puerta.
Ellos hicieron caso inmediatamente, esperando que Sara pronto se durmiera.
Dieron las doce y media de la madrugada cuando por fin se rindió al sueño. Haizea avisó a su amigo entre susurros (Si bien se le podía llamar amigo. ¿Amigo o novio? ¿Amigo especial?). Y él llamó a Sergio, que llamó a Cristina.
De alguna forma, los cuatro consiguieron escaparse de sus casas y llegar a la entrada del bosque.
-¡Lo hemos conseguido!- Exclamó Cristina, emocionadísima por lo que acababan de hacer.
-Shhh... no grites- Susurró Sergio tapándole la boca.
-¿Porque? Estamos lejos de casa. ¡¡PODEMOS GRITAR TODO LO QUE QUERAMOS!!- Señaló Haizea, divertida y elevando la voz.
Los cuatro hicieron un coro y decidieron que llegarían juntos al corazón del bosque. Luego se separarían: Sergio y Cristina irían hacia el claro y Haizea e Iván a la casa en ruinas. Donde el padre de Ivan solía ir a pensar y a pintar.
Caminaron y caminaron en la oscuridad. Si el asunto no hubiera sido tan serio habrían atormentado a Haizea asustándola continuamente. Pues estaba oscuro y los arbustos se movían; quizás eran animales que correteaban de  noche en busca de comida. Se oía el ulular de los búhos entre los árboles. Los cuatro chicos estaban muertos de miedo y por ellos corrían divertidos escalofríos intentando atormentarlos aún más.
Por fin, llegaron al corazón del bosque. Muy a su pésame, se separaron.
Iván no aguantaba un minuto más tanto terror; de modo que cogió a Haizea de la mano y corrió como si su vida dependiera de ellos esperando llegar cuanto antes a la casa donde supuestamente estaban sus padres. Corría cada vez más rápido y Haizea se tropezaba sin poder seguirle el ritmo. Y cada vez más y más rápido. Se adentró entre la maleza y los árboles, alejándose del camino. Y por allí siguió corriendo, sin saber exactamente hacia donde iba ahora, pero prefería cualquier cosa al silencio del bosque y los extraños ruidos entre la vegetación. Y, como de costumbre, si uno corre sin mirar donde pisa, se acaba cayendo.
Y allí estaba, Iván en el suelo. Haizea se le precipitaría encima dentro de unos segundos. ¿Qué hacía? ¿Se apartaba? ¿Dejaba que se cayera sobre él? Levantarse y agarrarla no daría tiempo.
Se inclinó por separarse, pero lo decidió tarde. Solo logró apartar una pierna y Haizea besó el suelo con la  mitad de su cuerpo, mientras que su cara, calló cerca de la del joven.
Él no pudo resistirse y la besó. Los dos sintieron que este era un beso de verdad, un beso de amor verdadero. Haizea, que hasta ahora rechazaba la idea de salir con él, lo decidió. ¡Se quedaba con su chico perfecto, Iván!
Un estruendo inundó sus oídos y se separaron bruscamente.
¡¡Estaban al lado de la casa en ruinas!!
-Que oportuno, ¿no?- Señaló Iván sonriendo.
-Supongo...- Haizea se sonrojó, tan tímida como siempre.
-¡Están ahí!- Exclamó Iván apartando la vista de su "nueva" novia y dirigiéndola a la casa. Tapó con un brazo a la joven, que se paró en seco. Él se apresuró a escondidas hacia la puerta de la casa. Allí estaban, su padre y el de Haizea.
Con un grito de guerra saltó sobre Lucas. Un puñetazo se precipitó sobre su cara.
Patadas, puñetazos, empujones, gritos. Haizea estaba histérica. Su novio y su padre se estaban peleando. En ese momento llegaron Cris y Sergio. La valiente chica rubia se metió entre los dos gritando.
-¡¡¡¡ALTOOOO!!!! PARAD, NO OS MOVÁIS- Pero ellos seguían  peleando a muerte.
-¡Estáis locos!- Exclamó, llorando, Haizea. Justo entonces, Iván empujó a Lucas sobre el pilar central de la casa, y este, en ruinas, cedió e hizo caer la casa sobre todos ellos.
El padre de Iván consiguió salir de entre los escombros y sacar a su hijo, a Haizea y a Sergio. No fue capaz de sacar ni a Lucas, ni a Cristina, que tenía la viga más grande sobre ella. Llamó a la ambulancia, que vino seguida de la policía, con Sara, Mel, Marina y Ainhoa. Al parecer Melinda no había logrado ocultarlo todo y Ainhoa había llamado a la policía para buscarles. En cuanto la hermana de Iván vio lo que habían echo, se arrepintió de haberles ayudado. Pues era demasiado grave lo que habían echo.
Un equipo de bomberos salió de la ambulancia y se adentró entre los escombros.
A los veinte minutos habían sacado a Lucas y Cristina, pero, estaban inconscientes.
Los ingresaron en el hospital. Iván fue ingresado en un reformatorio por el lío que había montado, le cayó un año; cosa que destrozó a Haizea, a Mel, a Marina... a todos en general. Lucas despertó a los pocos días de ser ingresado, pero Cristina... no despertó...

miércoles, 1 de febrero de 2012

Capítulo 6: Has cambiado.


-No, no es ningún secreto. Os he dicho que no ha pasado nada y punto. Nada, eso es lo que quiero que pase con Iván, nada- Y dio dos toques en la puerta antes de abrirla. Cristina y Haizea se miraron perplejas.
- ¿Qué hacéis entrando en clase a estas horas? ¡Llevamos veinte minutos arriba! -Exclamó la profesora de Ciencias Sociales.
Ellas se miraron rojas, bajaban la cabeza por momentos. Iván ya había llegado a su lado y la profesora exigió una buena explicación.
-Verá, señorita...Uno de los niños de infantil se perdió en el recreo, pero casi por la salida de emergencia que da a la iglesia. Hemos ido a ver qué le pasaba, y en ese momento empezó a vomitar y se cayó al suelo...-Comenzó a explicarse Iván.
Las chicas le miraban con los ojos fuera de las órbitas, asintiendo.
-¿Y qué? - Preguntó la profesora.
-Pues... - Iván se había quedado sin ideas, ahora sí que estaban perdidos.
-Cogimos al niño, señorita, y lo llevamos a portería, pero no había nadie- Dijo Cristina.
-Entonces, con él en brazos, fuimos a dirección, para que alguien avisara a los padres del niño, pero tampoco había nadie. Ni en la sala del AMPA - Siguió Haizea.
-Y yo subí a clase de primero de infantil a avisar a la profesora, que llamó a sus padres- Terminó Sara.
La profesora, boquiabierta no se creía del todo lo que acababa de ocurrir. Ellos, se miraban sonriendo por la buena excusa que habían dado. La profesora, por la reacción que habían tenido se acercó a ellos y después dijo en voz alta.
-Disculpadme, voy a preguntarle a la señorita de primero de infantil. Acompañadme- Sonrió con malicia.
Cristina estaba roja y Sara se estaba aguantando las ganas de contestarle. Haizea temblaba como un chihuahua e Iván intentaba abrazarla con disimulo para ''calmarla''. Sara sabía lo que Iván se traía entre manos, así que casi sin ser vista, le pisó, y él se giró hacia ella.
-Te recuerdo que tu madre no te deja estar con Haizea. Apártate- Ordenó.
-No, Sara, ella no está aquí ahora - Dijo antes de rodear a Haizea con el brazo por completo. Ella se sonrojó.
- Es un grave error, se lo diré como dije que os besasteis- Esa era la clave mágica para mantenerlos alejados. Iván apartó el brazo con una mueca parecida a ''Bah, paso de ti, lo hago para que no me des más la lata''.
Mientras tanto, Cristina miraba a Sergio desde donde estaba, con una sonrisa de lado.
- Hacéis buena pareja - Dijo Haizea. Cristina se abrazó a ella, le alegraba tener a una amiga tan genial cerca.
-Acompañadme, quiero que estéis presentes- Volvió a repetir la profesora.
-Dejaos de parejas, ¿no veis en qué nos hemos metido? - Dijo Sara muy alterada.
-Tranquilas- Dijo Iván - La profesora de infantil es mi hermana mayor- Susurró orgulloso. Las chicas le miraron con cara rara, a lo que él no pudo evitar reír-Va, en serio, no os preocupéis, que está al tanto de lo que está pasando y me ha apoyado.
-Confiamos en ti, como esto salga mal diremos que la culpa es tuya…¿Te queda claro, Iván? –Sara se acercó a él y le apuntó al pecho con el dedo índice, antes de ir detrás de la profesora. Él le miró completamente atónito sin saber a qué demonios venía ese comportamiento tan repentino por parte de Sara.
Después de su breve charla, los chicos siguieron a la profesora de Sociales, hasta llegar al primer piso, donde Melinda enseñaba los números a los niños pequeños, entonces, sin previo aviso, entró la profesora.
-Hola, Lorena, ¿puedes venir un momentito? – Dijo Sonia, la profesora de ciencias sociales.
-Emm… Sonia, no hay ninguna Lorena en mi clase- Dijo con voz dulce Melinda.
-¡Mel, Mel! ¡Me he hecho pupa! – Exclamó Sasha, una niñita pequeña con unas trenzas muy monas- ¡Juan me ha hecho pupa, profe! – Dijo señalando a un niño con rasgos asiáticos.
-¡No! ¡Eso es mentira! – Debatió Juan.
- ¡No seáis malos! – Dijo Mel (pues así le llamaban los niños) acercándose a Sasha, pero antes, se giró hacia Sonia – Aquí no hay ninguna Lorena, te has equivocado… - Dijo mirando el dedo de Sasha, que estaba rojo - ¿Qué ha pasado?
-¡Nosotros no queremos ser malos, solo somos… Apruuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuzeeeeeeeraaaat! – Dijo Juan, que por lo visto se había inventado una palabra nueva.
-Si , si, pero, ¿qué ha pasado?
-¡Juan me ha mordido!
-¡No, te has mordido tú sola! ¡Jo, profe, yo no hice nada!
- Emm… Lorena eres tú- Interrumpió Sonia.
-Yo me llamo Melinda, ¿no está escuchando a los niños? ME-LIN-DA – Dijo al borde de un ataque de nervios, pues sabía perfectamente que Sonia sabía su nombre, pero lo decía mal a propósito – Y en un momento estoy contigo.
-Vale, pero no me vuelvas a levantar la voz, ‘Mel’ –Dijo con sorna.
Mel suspiró antes de decir- Bueno, como no he visto quien ha sido, quiero que os deis un abrazo ahora mismo y que los dos os pidáis perdón- Sonrió, y los dos niños así hicieron. Haizea, Sara y Cristina, dijeron a coro un gran ‘¡Ooooh! ¡Qué monada! ¡Me los comía!’ e Iván se llevaba la mano a la cabeza por tanta cursilada. Mel salió de clase, y miró a Iván y a las chicas- ¿Qué pasa aquí?
-Verás Lorena…
-Melinda- Le corrigió Haizea – Se llama Melinda –Haizea lo había hecho a propósito para que la señorita Sonia le regañase con su nombre.
- Haizea, no me repliques que te bajo la nota… -Murmuró, y Melinda comprendió enseguida que Iván y ella habían vuelto a hacer algo- Bueno, Melinda… ¿Es verdad que estos chicos te han venido a avisar por que un niño de tu clase se había puesto malo?
- Oh, si, claro que si… ¿No lo sabías?
-No, no sabía nada… Bueno, supongo que no tendré que preguntarte qué sucedió , por que como profesora y persona adulta que eres…- Sonia se acercó más a Melinda, imponiendo respeto- No puedes mentir a la jefa de estudios, esposa del director… ¿Verdad?
-No…No puedo, digo completamente la verdad- Dijo Mel bajando la cabeza.
-Te creeré…-Giró la mirada hacia los chicos, ya se había pasado toda la hora y había que volver a casa – Id para clase y recoged… Me sorprende que una pandilla de irresponsables como vosotros hicieseis algo tan bueno…
- Confía en mi, Sonia, estos chicos han venido a avisarme del niño que estaba malito.
Los chicos fueron a clase y recogieron, estuvieron en la salida comentando disimuladamente de la que se habían librado. Y cuando cada uno se disponía a irse, Cristina dijo a Iván.
-¿Te puedes quedar un momento?
- Por supuesto. Sara, Haizea, hasta mañana.
-Hasta mañana, chicos – Respondieron las dos a coro.
-Verás, Iván… Yo quería disculparme contigo…-Tartamudeó Cristina.
-Emm… Esto… ¿Por qué?
-Por lo de la fiesta. La de disfraces.
-¡Boh! Debería disculparme yo, fui muy grosero al descubrir que…
- Que no era la chica que te gustaba, que era todo lo contrario, una imbécil
-¡No! Te dije eso porque fue en un arrebato… Cristina, te quiero muchísimo, es increíble lo feliz que me siento a tu lado, eres mi mejor amiga desde que recuerdo… Yo nunca quise meterte en todo esto.
-¿En todo esto? ¿A qué te refieres?
-En mis líos sentimentales… A ver, lo de Haizea… Siempre me pareció una chica muy mona, pero un día me crucé con ella y vi que podía haber algo más…
-No tienes por qué disculparte, fue todo fallo mío.
-¡No! –Repitió – Yo he cambiado, lo noto…
-¿En qué?
- ¿Te acuerdas dónde solíamos jugar en el bosque?
-Por supuesto, era mi lugar favorito.
-Vamos allí.
-Pero…Está muy lejos.
- Bah, tampoco te creas- Iván cogió de la mano a Cristina y salieron corriendo como en los viejos tiempos.
Una vez en aquel fantástico bosque, se miraron con complicidad, como años atrás
-Cris...¿Te acuerdas de aquellas galletas que nos gustaban tanto?
-¡Por supuesto!
-Yo aún las como
Cristina se sonrojó algo, no entendía por qué Iván decía que había cambiado.
-Yo también.
Iván sonrió y sacó de la mochila un paquetito de galletas, y las compartieron
-Están buenísimas- Admitieron a la vez.
De repente comenzó a llover. No era extraño ya que el clima de allí era suave y con bastantes precipitaciones. Entonces, Cristina se dirigió a Iván, llovía poco pero aún así se estaban mojando.
-Me ibas a explicar algo, ¿verdad?
-Oh, si , claro... – Comenzó – Verás, Cris... Yo... No lo puedo explicar, es muy confuso.
A Cristina se le acababa la paciencia, y comenzó a chillar.
-¡Iván! ¡Para de tartamudear y cierra los ojos, pero deja la mente abierta!- Dijo, e Iván así lo hizo, pues era típico en ella decir esas cosas cuando volvían a ese bosque, donde Cris era una persona distinta. Más abierta y sincera.
-Realmente no tengo ni idea – Dijo finalmente.
-Pues adiós, Iván. Hemos venido aquí a hablar de que has cambiado. Todos sabemos que habías cambiado , pero que ni tú lo sepas...Adiós. Y puede que para ti ese beso no significara nada, pero para mi sí. Significaba, en pasado. Ahora tú puedes sacar tus conclusiones. Haz lo que quieras, pero olvídame hasta que no me digas algo lógico, o lo que me querías decir aquí- Dijo antes de irse corriendo, dejando a Iván con un ‘Cristina, espera’ en la boca. Siguió con la mirada los pasos rápidos y decididos de Cristina.
Iván volvió poco después a casa, ya era noche, y en el ascensor, se encontró a dos hombres besándose, uno era su padre.
-¡Papá! ¿¡Qué demonios estás haciendo!? ¿¡Quién es este hombre!?
Ambos interrumpieron el beso, y le miraron, era el padre de Haizea.
-Usted...¡Es el padre de Haizea! ¿¡Os habeis vuelto locos!? ¡Voy a llamar a mamá! – Exclamó cogiendo el móvil, y miró al padre de Haizea- Y llamaré a Sara, a su esposa y a su hija
-¡Iván, para! – Exclamó su padre- Hay una buena explicación lógica, ven, acércate...
Y así hizo, y ya dentro del ascensor , los dos le apartaron bruscamente y echaron a correr de la mano, el ascensor se cerraba, pues le habían dado al número tres, su piso. Inmediatamente le dio al cero, y se abrió lentamente, y así salió corriendo , a la calle, llamando a Haizea por el móvil
-¡Haizea! ¡He visto una cosa! ¡Rápido, ven, llama a tu madre! – Colgó inmediatamente y llamó a Marina- ¡Mamá! ¡Papá se acaba de fugar con el padre de Haizea!
-Lo sé- Dijo la madre entre lágrimas.
-¿Perdón? ¿¡Cómo que ya lo sabes!?
-Sube a casa, Sara, Haizea y su madre están aquí, acaban de contárnoslo todo, nos dejaron una nota y se fueron.
En el piso, Haizea miró a Iván y le dio llorando la nota, y él la leyó muy por encima.
Marina, con voz decidida dijo:
-Será mejor que os quedéis las tres a dormir aquí.
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Bueno chicas, espero que os haya gustado, en el siguiente capítulo pasará algo que cambiará por completo la historia (We... vaamos, por completo no, pero si mucho) xD
¡Pedid el siguiente!

sábado, 21 de enero de 2012

Capítulo 5: ¿Secretos entre amigas?

-Sara, no entiendo... a mi me gusta Iván.

-Sí, y a Bob Esponja le gusta Arenita, pero como ella no le hace caso él está abierto a otras relaciones- Dijo Sara con un tono sarcástico.
-Ya... pero... quiero decir... yo... él...
-¡Tú y él no podréis estar juntos! Haizea, os lo han prohibido. No tienes excusa. Además él no te hace caso, te ha olvidado.
-Vaya Sara, que optimista- Dijo Haizea levantando la cabeza y lanzándole una mirada de guerra.
-Haizea, yo quiero que veas la realidad. Si te haces ilusiones te hará daño.
-Pero yo confío en él.
-¡Basta! Haizea, no tiene excusa. ¡Es un cerdo!- Dijo Sara levantándose y poniéndose histérica. Haizea se calló. Sabía que su prima no aceptaría ningún intento de defenderlo. Ella volvió a sentarse y se quedaron un rato en silencio, con la mente en blanco, o por lo menos, eso parecía. Un rato después llamaron para cenar y cuando terminaron se metieron en la cama sin decir palabra.

A la mañana siguiente Haizea se levantó confusa. Por fin era viernes; cuantas cosas habían pasado en menos de una semana. Ahora, cuando pensaba en Iván no se veía a ella feliz, contenta y enamorada. Veía lo que siempre había pensado de los chicos; que cuando te enamoras toda tu vida se basa en él y acabas amargada y completamente dependiente de tu novio... Eso en cierto modo, es verdad.
Decidido. Haizea volvía su idea inicial: Pasar de los chicos.
Al fin y al cabo, el consejo de Sara no había sido tan malo. Aunque, ella no le había dicho exactamente que pasara de los chicos, si no que pasara solo de Iván. Es extraño, a Sara nunca le había importado ver a su prima sufrir. Tampoco es que le gustara, simplemente no le importaba lo que le ocurriera a Haizea. Muy extraño. ¿A qué venía esa repentina lástima por la joven? Bueno, eso no era ahora lo prioritario; y si Sara no le había dicho que ignorara a los hombres... Mmm... ¿por qué no probar con uno más?
-Será el último hasta mi mayoría de edad- Se prometió a si misma Haizea. Era un reto descabellado pero ella estaba dispuesta a cumplirlo. Se levantó de la cama y despertó a Sara, se vistieron, desayunaron y nada más terminar salieron disparadas de casa al colegio.

Por el camino, Haizea pensaba con qué chico coquetear... ¿Manuel? No, anda metido en bandas chungas. ¿David? Jamás, es un orgulloso y un chulo. ¿Juan? Un guarro. ¿Simón? Ni loca, tiene la mente de un niño de 4 años. ¿Sergio? Es simpático, gracioso y en la sección de "Futuro" del expediente imaginario de Haizea no estaba la pegatina: "Directo al manicomio" o "Futuro delincuente".
-Sí, Sergio está bien- Se le escapó a Haizea con un tono amigable. Enseguida se dio cuenta y se ruborizó; ojalá Sara no lo hubiera oído. Pero lo oyó, y no pudo evitar saber lo que la joven pensaba. A Sara se le escapó una sonrisa.
-Así que te gusta Sergio, ¿eh? No está mal. No tiene pinta de loco ni de delincuente juvenil- Dijo Sara con un punto de sarcasmo en la voz, aunque en realidad hablaba muy en serio.
-No me gusta Sergio- Mintió Haizea apartando la mirada de su prima y evitando volver a encontrarla. No se dio cuenta y se llevó la mano a la trenza.
-¡Señal de enamoramiento!- Gritó Sara mientras echaba a correr. Pues había visto a Cristina a lo lejos y, además de querer llegar de primera a su lado, intentaba escapar de los reproches de su prima.
Ya estaban las tres reunidas y aún no habían empezado a caminar de nuevo. Ahora empezaba la típica charla de: Hola, ¿qué hiciste ayer y blablabla...? Pero en lugar de eso se callaron las tres. Sara se acercó a Cristina.
-A Haizea le mola Sergio- Le susurró al oído. Cristina se quedó pálida, inmóvil... hasta que por fin logró reaccionar.
-¡No no no! Haizea e Iván forever- Dijo histérica mientras dibujaba un corazón en el aire.
-Eso ni hablar, Iván es el pasado, un pasado de epidemias, enfermedades mortales y hambrunas. El futuro es Sergio- Medio gritó Sara mariposeando con las manos.
-Sí, es el futuro, ¡pero no el de Haizea!- Exclamó Cristina alzando los brazos.
-¿Qué?- Preguntó Haizea confusa. Que hasta ahora no había intervenido en una conversación que iba sobre ella.
-Nada, no me hagáis mucho caso. Tengo un mal día- Susurró la joven agachando la cabeza.

Siguieron caminando. Hablaron de un montón de estupideces pero no volvieron a mencionar el comentario de Cristina. En el recreo, no la encontraban por ninguna parte. Finalmente la encontraron hablando con Sergio y riéndose con él en uno de los bancos cubiertos. Al verlas salió disparada hacia ella y convirtió su alegre carcajada en una risa falsa.
-¿Qué hacías con él?- Preguntó Haizea con tono inocente.
-Ejem.. Em... Estaba averigüando cosas- Se pasó las manos por la falda; alisándosela- ¡¡El futuro marido de mi mejor amiga no puede ser un desconocido para mí!!- Dijo nerviosa.
-Ya...- Reprochó Sara con un tono que rebosaba desconfianza. Sergio ya se escabullía del banco pero ella lo vio y, tan llena de fuerza y amor propio como siempre, le gritó:
-¡Eh, tú! ¿Piensas qué te escapas? ¡Eres el cerebro de esta operación! ¡¡Ven aquí ahora mismo!!- Él se acercó despacio, parecía que tenía miedo de que la embriagadora y exótica prima de Haizea le diera un par de bofetadas muy merecidas.
-¿¿Qué... qué pasa??
-¡Cómo si no lo supieras, chaval!- Se puso las manos en la cintura- Explícanos de qué hablabais tú y la señorita Cristina.
-¿Señorita Cristina?- Gritó Haizea exageradamente. Todos ignoraron su comentario, había demasiada tensión en el ambiente. De los cuatro jóvenes, dos de ellos deseaban que se terminara el recreo, y otros dos deseaban tener una linterna y un cuarto oscuro para apuntarles a la cara con la luz.
-Cristina, ¿qué te pasa con Sergio?- Formuló Haizea harta ya de que todo el mundo la ignorara cuando esta conversación le importaba, especialmente, a ella.
-Chicas, ¿podemos hablar en privado?- Sara y Haizea se miraron y entendieron lo que Cris intentaba decirles. Asintieron y fueron al baño de chicas. Se apoyaron al grifo.

-¡Empieza a hablar!- Exclamó Sara apuntando a Cristina con la mano, fingiendo que agarraba un cuchillo.
-A ver... chicas... yo llevo... un tiempo...
-Arranca el motor y date prisa. Pronto se acabará el recreo.
-A ver, que llevo un tiempo saliendo con Sergio en secreto.
-¡¿Qué?!- Grito Haizea extendiendo los brazos a lo largo de su cuerpo y separándose de ellas.
-Haizea, no te enfades ya se que te gusta pero...- Suplicó su amiga.
-¡No! A mi no me gusta Sergio. ¡Por Dios! Solo iba a conocerlo. Una persona no me puede gustar así sin más. Porque haya dicho: Ahora me va a gustar Sergio. ¿Estáis locas o qué? Cristina, yo no estoy enfadada porque salgas con él. Estoy enfadada porque no me lo has dicho.
-¿Secretos entre amigas?- Una cuarta voz se unió a la discusión. Un chico se había asomado a la puerta del baño femenino. Haizea rogó en silencio para que no hubiera oído nada. Pero al girarse las tres chicas, su melena se deslizó hacia el hombro derecho y sus ojos salieron disparados de las órbitas: Era Iván. Sara sonrió, no lo pudo evitar.
-Aquí no hay ningún secreto Iván, largo- Dijo Cristina con tono despectivo.
-Vale, solo venía a...
-¡Tú no venías a nada!- Le interrumpió Haizea.
-Yo creo que sí.
-¡No!- Gritó Cristina- No nos metemos en tus asuntos, pues no te metas en los nuestros.
-Es que, en este caso, vuestros asuntos son mis asuntos.
-¿A si? ¿Qué ha pasado, niño?- Dijo Haizea cambiando de postura y lanzándole una mirada asesina. Más que asesina, de desearle una muerte lenta.
-Pues que la clase subió hace quince minutos.
Haizea y Cristina abrieron los ojos y se asomaron a la puerta. Efectivamente, el patio estaba vacío y solitario. Una planta rodadora podría pasar por allí y ellas ni se inmutarían. Sara, en cambio, volvió a sonreír. Era extraño, con esa clase de fuerza vital y confianza en si misma que tenía, no le había gritado ningún insulto a Iván ni había dado ninguna orden en esos últimos minutos.

Las dos chicas salieron disparadas del baño. Sara vaciló un poco pero al ver que corrían, corrió tras ellas.
-¡Esperad!- Gritó Iván. Las tres jóvenes frenaron en seco. Sus melenas volvieron a cambiarse de hombro. Ahí estaban, tres bellezas españolas a la espera de un castigo. Eran como una caja de bombones surtidos, las tres distintas, las tres hermosas.
-¿Qué pasa?- Dijo Cristina. Con el mismo tono despectivo de siempre hacia el traidor.
-Que quiero ir con vosotras.
-¡Oh! Ni hablar. Tú a cuatro metros- Iván alzó las manos. Como un preso que se entrega a la policía y, a merced de las tres chicas. Obedecía todas sus órdenes como un perrito faldero. Dio unos pasos para atrás.
-¡Más!- Dio tres pasos más- ¡Más!- Dio un paso más- ¡Así! Quédate donde estás.
Se dispusieron a recorrer el inmeso colegio para llegar a su clase.
Cristina, Haizea y Sara iban hablando cuando Haizea recordó lo blanda que se había mostrado antes su prima. Pero lo prioritario ahora era el tema de Sergio y Cris.
-Cristina, ¿por qué no me dijiste lo de Sergio?- Logró preguntarle asegurándose de que Iván no lo oyera. Aún tenía esperanzas de que no se hubiera enterado de nada en el baño.
-Verás, no se lo dije a nadie, ni siquiera a ti porque me daba vergüenza...
-¿Vergüenza? ¿Por qué?- Preguntó Sara.
-Chicas, miradme. ¿En serio creeis que yo debería estar con él? Ni siquiera es guapo, no pasa de mono.
-¿Y qué? El amor triunfa por encima de todo- Dijo Sara alzando un poco la voz. Ambas le hicieron entender que se callara, Iván podría oírle. Fue una sorpresa para todos que Sara hubiera dicho eso. Haizea, pensó que era buen momento para sacar el otro tema.
-A propósito, Sara. Antes te noté muy callada. No insultaste a Iván, ¿ya le has perdonado?
Sara bajó la cabeza y no dijo ninguna palabra. Estaban a punto de entrar en clase y pensó que así ahorraría tiempo. Cuando estaban a unos pasos de la puerta, Cristina dijo con voz de entusiasta:
-¿Secretos entre amigas?

martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 4: ¡Prohibido prohibir!


-¿Qué pasa chicas?- Respondió Ainhoa, la madre de Haizea.
-¡Nada mamá!- Se apresuró Haizea, pero era demasiado tarde. Sara nunca se hechaba atrás.
-Oh, si que pasa tía, he visto a Haizea hacer una cosa- Soltó Sara con malicia y haciendo muchas pausas para hacer esperar a su prima.
-¿Qué cosa?- Ainhoa frunció el entrecejo. Haizea lo vio, eso siempre es mala señal. Empezó a preocuparse.
-Verás tía, hace unas semanas, al salir del colegio, Haizea hizo algo que creo que deberías saber.
-Sara, no me tengas más en ascuas, ¡dímelo ya!- Gritó su madre mirando a Haizea con mala cara.
-Vale Ainhoa, voy al grano. ¡Haizea se besó con Iván!- Ainhoa se escandalizó, miró a Haizea y apunto de reventar la cogió del brazo y la llevó a la entrada. Le tiró el móvil a la basura y luego le dio el teléfono fijo.
-¡Llama ahora mismo a Cristina!- Le gritó. Haizea marcó el número de Cris muerta de miedo.
-¿Si?
-Cris, cielo, soy Ainhoa, la madre de Haizea.
-¡Hola! Dime...
-¿Puedes venir un momentito a casa?
-¿Para qué?
-Tú pídele permiso a tus padres y ven.
-Vale, en breves estoy allí.
-¡Gracias cielo!
Fueron a la cocina. Hubo un largo silencio, insoportable para Haizea, irritante para Ainhoa y vengativo para Sara. A Haizea le sudaban las manos, Sara le lanzaba miradas de venganza, Ainhoa miraba al suelo enfadada y Lucas, el padre de Haizea, entraba en la habitación.
"Estoy más que muerta", pensó. Su padre con ese tema era muy duro. Sería cruel con Haizea. Le quitarían el ordenador, el teléfono fijo, el derecho a salir por las tardes...
Lucas entró con su traje de abogado y en seguida se paró en seco.
-¿Qué pasa aquí?- Dijo con tono amigable mirándolas de reojo a las tres.
-Nada cariño, que nuestra hija ya está en edad de besarse con chicos.
-¡Qué dices Ainhoa! ¡Ella no podría hacer eso!- Ainhoa miró a Sara, como señal para Lucas. Él también la miro, Sara asintió con la cabeza y Cristina irrumpió en la sala.
-¡Hola! ¿Qué pasa? ¿Por qué tenía que venir?- Se asustó al ver a toda la familia reunida en silencio.
-Tenemos que hacerte una pregunta muy seria- Gruñó Ainhoa con voz de profesora malhumorada.
-¿Cuál?- Preguntó nerviosa pero a la vez curiosa.
Haizea comenzó a rascarse la nuca nerviosamente, mirando a Cristina. Temía lo que se le venía encima. No recordaba muy bien lo que había hecho ni por qué, pero Había sido una falta grave. ¡Ella era la primera en decir que no quería tener novio, ni nada por el estilo!
-Oid, ¿va todo bien? - Preguntó Cristina nerviosa. Y otra vez ese incómodo silencio.
-Verás, Cris...- Comenzó Lucas- ¿Notas a Haizea rara estos días?
-¿Cómo...? ¿Rara?-Cristina comenzaba a extrañarse. Sí, su mejor amiga estaba bastante rara esos días, pero no acababa de entender por qué ella estaba así y por qué la habían llamado. Miró a Haizea, como buscando una explicación.
-A ver...Sé que va a ser duro de asimilar, cariño...-La familia entera se iba por las ramas, y a Cristina le mataba la curiosidad. Y como no, salió Sara, y comenzando con muy mal pie para Cristina.
-Veamos, Cristi...-Mal. Muy mal. Cristina odiaba que le llamasen así, era algo que le mataba por dentro- Haizea se ha besado con Iván el otro día.
-¿¡Cómo!? ¡Haizea!- Exclamó Cristina abriendo los ojos.
-¡Fue un error! ¡Ni él ni yo queríamos!- Intentó excusarse, y había llegado el momento que si temía en realidad; ella, con el amor imposible de Cristina.
-No, no me refiero a eso- Y todo dio un vuelco- A mi también me besó el otro día, en una fiesta.
-Lo sé, lo vi.
-¡Pero Haizea! ¿Tú en una fiesta? ¿Qué fiesta?- Y Sara metió más leña al fuego.
-Pe-Pero, ¿qué fiesta?- Lucas comenzaba a tartamudear.
-Una que hubo en el colegio, papá.
-Supongo que sabes que estás castigada...Y quiero hablar con ese tal Iván- Se apresuró Ainhoa, y obligó a Haizea a coger el teléfono otra vez-Llámale.
-Mamá...No me sé su número- Dijo, la sinceridad se asomaba por sus ojos. No sabía como había terminado en eso, y parecía un sin fin.
-Pues coges la agenda escolar, que sé que tienes todos los números- Ordenó.
Haizea tragó saliva. ¿Qué pensaría Iván de ella? ¿Cómo la castigarían?
Cogió la agenda y busco despacio con el dedo.
-I... Ignacio, Iria, Irina, Iván....
-¡Llámale!- Gritó su madre dándole el teléfono. Haizea marcó el número, esta vez más despacio que el de Cris. Se lo pasó a su madre.
-¿Si? ¿Quién es?- Haizea ahogó un grito. No era la voz de Iván, era su madre, Marina, la veterinaria.
-Hola, ¿eres la madre de Iván?
-Si, ¿quién llama?
-Soy Ainhoa. La madre de Haizea. Iván y ella van a clase juntos.
-¡Ah si! Ya sé... ¿Qué ocurre?
-Verás, me han llegado rumores de que Iván se ha besado con Haizea.
-¿Quéeeee? Disculpa, esto hay que hablarlo con más calma. ¿Podéis venir un momento al veterinario?
-Sin ningún problema Marina. En unos minutos estamos ahí.
-¡Gracias! Hasta ahora.
-¡Hasta ahora!- Ainhoa colgó el teléfono- Poneros los abrigos, vamos al veterinario.
Haizea y Cristina se miraron y se dieron la mano. Se pusieron los abrigos y bajaron, en silencio. Sara incluso se arrepentía de haberse chivado, puesto que por la calle, todos les miraban. A Haizea se le caían las lágrimas, Lucas la arrastraba del brazo, Cristina la consolaba y Ainhoa iba enfadada con la cabeza gacha. Llamaban la atención y todos se giraban. Sara no soportaba ser el centro de atención, al menos, no de esa forma.
Minutos más tarde llegaron al veterinario. A Haizea y Cristina les latía el corazón a doscientos por hora. Marina esperaba en la puerta, dejando a un perrito de las praderas desatendido. Agarraba a Iván de la manga de su chaqueta, igual que Lucas a Haizea.
-Muchas gracias por venir. Tienen que dar muchas explicaciones- Dijo Marina con un tono muy serio.
-¡Y tantas qué tienen que dar!- Gritó el padre de Haizea empujándola hacia delante.
-¿Cómo es eso de qué os habéis besado?- Preguntó Ainhoa.
-Bueno, en realidad yo... yo... yo no... es decir, sí, nos besamos- Masculló Haizea.
-¿Es cierto eso Iván?- Preguntó Marina.
-No- Haizea y Cristina se escandalizaron, Sara se lo esperaba.
-Aquí tenemos a alguien que dice que si, y a alguien que dice que no. ¿Me lo explicáis?
-Mamá, yo no le besé.
-¡Oh! Iván, si que le has besado, y tengo una prueba en mi móvil- Sara desenfundó el móvil de su funda verde y empezó a teclear. Unos segundos después les mostró el móvil a los padres. Había una foto de Haizea e Iván besándose bajo la nieve. Sin duda, eran ellos.
-Yo solo le veo una solución- Dijo Lucas en alto. Haizea se impacientaba, ¿cuál sería la solución?
-Creo que estamos pensando lo mismo- Dijo Marina mirándole a los ojos. Ainhoa les leyó la mente.
-¡¡No podéis volver a veros!!- Grito la madre de Haizea.
-¿Qué? ¿Pero por qué?- Gritó Haizea. Iván parecía indiferente. Tanto le había suplicado para que le perdonara y ahora, no parecía importarle. Haizea deseaba pedirle explicaciones.
-¡¡¡Haizea!!! Esto es muy grave. Sois muy jóvenes, Iván tiene 14 años y tú 13. En mis tiempos las cosas no eran así. En mis tiempo no te ponías tacones hasta los dieciocho, no se te ocurría tocar la barra de labios hasta los diecisiete y no besabas también hasta esa edad. ¡Bueno! Y por no hablar de los novios, no se podían tener novios serios hasta los dieciocho; pero veo que esto a cambiado mucho. ¡Vais muy mal por ese camino! ¡¡Sois unos niños!! ¡¡Unos niños!!- Soltó de golpe Marina haciendo muchas señas con las manos. ¡Qué pelmazo de tía! Ahora entendía que Iván lo negara todo; le esperaba otro discurso en casa de todas formas.
Los padres charlaron sobre lo sucedido, muy indignados, un rato más. Más tarde se fueron a sus casas, les dejaron despedirse, puesto que sería la última vez que hablaran en mucho tiempo. Iván no dijo nada, "como siempre", pensó Haizea.
Una vez en casa subió a la buhardilla con Sara, llorando.
-¡Cómo me has podido hacer esto!
-Haizea, sabes que yo siempre cumplo lo prometido. Sabes que conmigo no se anda con juegos- Haizea lloró mucho más tiempo más, mientras Sara le dedicaba frases alentadoras; pero no se animaba. Cuando se fue quedando sin lágrimas, cayó en la cuenta de que el pez blanco no se movía.
-¡Oh Dios mío!- Gritó mientras se levantaba a sujetar su pecera- Debemos llevarlo al veterinario.
-¿Ahora? ¿Crees qué sería buena idea ir allí después de lo sucedido? Marina estaba muy indinada.
-Tienes razón, esperaremos unos días a ver si se recupera. Todavía come, pero nada más.
Haizea y Sara se pusieron el pijama y se metieron en la cama.
Los días siguientes pasaron lentos. En el colegio todo era muy incómodo, pero, el viernes, Haizea vio algo sospechoso en Iván. Tocaba el recreo, ya llevaban un tiempo en el patio.
-¿Qué hora es?- Le preguntó Sara a Sergio, el chico de segundo.
-Solo quedan diez minutos.
-¡Vale gracias!- Dijo mientras Sergio se alejaba con un balón de fútbol.
-Haizea, ¿cómo está el pez?- Preguntó Cris.
-Ha empeorado, creo que hoy voy a llevarlo al veterinario.
-Pero...
-Me da igual, prefiero pasar un mal rato antes que jugar con la vida de un ser- Le interrumpió.
-Vale, ¿quieres que te acompañemos?
-No, si tengo la oportunidad de hablar con Iván, quiero hacerlo sola.
-De acuerdo, pero, si necesitas algo, nos tienes a tu disposición- Aclaró Sara.
-¡¡Niños!! ¡A clase!- Gritó la profesora. Todas corrieron hacia la fila, pero no sin pasar antes por el baño a beber.
Aquella misma tarde, Haizea cogió al pez y se puso de camino al veterinario. No se iba a engañar, estaba muy nerviosa y se imaginaba lo peor. Cuando llegó, se sorprendió al ver la cara de Marina. Con ojeras y muy enfadada. Se le hacía rara la idea de pensar en una veterinaria antipática. Haizea esperó en la fila. Cuando llegó su turno, Marina se mostró muy seca.
-¿Qué le pasa?- Le preguntó con un tono bruto.
-No lo sé. Come pero no se mueve.
-Eso es fácil, está deprimido. Dale estas Flores de Batch- Dijo mientras le lanzaba un botecito- ¡Siguiente!
"Vaya tía más rara. Ni siquiera me ha explicado cuanto le tengo que echar, ni como, ni cuando..."¡Pum! Un choque interrumpió sus malintencionados pensamientos. Había chocado con Iván. Se levantó, y le miró; él también la miró, ninguno se atrevió a articular palabra hasta que irrumpió Marina.
-Ejem...Golfa, te vas sin pagar- Haizea aún no se había ido, y Marina lo había dicho en alto. Iván levantó la vista con los ojos muy abiertos.
-Pe...Perdone, ¿qué me ha llamado? - Preguntó, intentando no entender nada.
-Te he llamado lo que eres- Marina se puso algo chulita. Iván se había acercado- Tú lárgate.
-Pues que sepa que no voy a pagar hasta que me diga la cantidad que le tengo que dar, cada cuanto tiempo y cuantos días.
-Mamá...Creo que te estás pasando- Interrumpió Iván tartamudeando.
-¿¡Perdona!? ¡Eres mi hijo! ¡Tienes que defenderme siempre!- Marina sabía que tenía las de perder. Enganchó a Iván por la oreja mientras se tapaba con la bata.
-Échale 2 gotas en el agua cada día con el cuentagotas.
-De acuerdo- Dijo Haizea, y después de eso, dejó un billete de 20 euros en la mesa. No sabía cuanto podía costar, pero era lo que tenía, y no quería meterse ahora en problemas de dinero también. Haizea se propuso salir de allí a paso firme; Iván intentó agarrarle del brazo pero Marina lo frenó.
-¡Tú! Ven aquí niño ¡Niño que eres un niño!- Todos en el veterinario les miraban fijamente, pues, como decía, es triste la idea de una veterinaria tan mala.
Haizea procuró no salir corriendo para no mostrar que tenía ganas de romper a llorar. Al llegar a casa le echó al pez las Flores de Batch, que más que una medicina, eran un remedio natural contra depresiones, cansancio, mal humor...
Después llenó la bañera, tenía ganas de relajarse; le echó sales de baño e hizo un montón de espuma. Se sumergió en el relajante baño con olor a sales minerales y se durmió. Al rato llegó Sara, entró en el baño y la vio dormida. La despertó. Haizea le contó todo lo que había pasado.
-Haizea, ¿por qué tienes que estar atada a Iván? Me refiero, ¿por qué no conoces a otro?

sábado, 3 de diciembre de 2011

Capitulo 3: Un pez a la lluvia.

Iván no podía creérselo. ¿Qué hacían Haizea y Cristina con la misma máscara? Se apartó bruscamente lo más rápido que pudo, y se giró. Cristina no lo acababa de entender muy bien.
-Oye, Iván, ¿te pasa algo?- Preguntó ella frotándole la espalda con cariño.
-¡Suéltame! ¿Qué estás haciendo, Cristina? – Apartó su mano con brusquedad.
-Ah, pues no sé. ¿¡Primero me besas y ahora me chillas!? ¿¡Pero tú de qué vas, tío!?-Cristina cruzó los brazos. Sin entender muy bien la situación, empezó a atacar a Iván- O sea, que soy un objeto para ti con el que te puedes divertir. O es eso, o eres bipolar, colega. Por que no me parce muy lógico lo que acabas de hacer-Chilló apuntándole con el dedo índice la espalda. Iván se giró molesto, y gritó a los cuatro vientos todo cuanto pudo.
-¡¡¡NO QUERIA BESARTE A TI, ESTÚPIDA!!! –Y apartó a Cristina de un brusco empujón. Todo el mundo los estaba mirando. Ella se sonrojó y fue corriendo al baño, donde empezó a llorar. No lloraba por tristeza, lloraba por la rabia de haber besado al chico que le gustaba, y que éste después le hubiese tratado tan mal. Lloraba de impotencia.
Mientras tanto, llovía. Haizea había recogido el regalo misterioso de la taquilla; un pez blanco, blanco como el de su dibujo.
Haizea se encontraba ahora por las calles. Estaba desabrigada y llorando. No era capaz de asimilar lo que Iván había hecho, y menos con su mejor amiga. A lo mejor todo había sido una burla suya, para darle falsas esperanzas.

Cuando llegó a casa, abrió silenciosamente la puerta, y subió haciendo le mínimo ruido. Se metió en la ducha, tenía que aparentar dar señales de vida, o sus padres y su prima sospecharían.
Sí, su prima. Sara, una chica dos meses menor que ella. Eran tan parecidas que solían confundirlas, por eso tampoco llegaba a creer que fuese una confusión de Iván. ¿Confundirle con alguien rubia? ¡Tenía que haberlo notado en la voz!
Se puso el pijama, ya eran las diez. Subió a su buhardilla, donde Sara usaba el ordenador.
-Hey- Saludó Haizea, intentando aparentar que era feliz- ¿Cómo va todo?- Sonrió.
-Bien- Respondió secamente Sara. No se llevaban ni bien ni mal, eran indiferentes cariñosamente.
-Esto…¿Llevas mucho tiempo en el ordenador?- Preguntó Haizea nerviosa.
-No, acabo de llegar. ¿Lo estabas usando?- Sara se giró. A Haizea le dio tiempo a pensar que se parecían muchísimo. Suspiró aliviada
-No, déjalo, úsalo tú, voy a darle de comer a los peces- Sonrió y bajó a la cocina a por comida para los peces.
Cuando subió otra vez ya con la comida de los peces, sonó una melodía lenta de piano, muy familiar para ambas chicas.
-Te suena el móvil.- Le dijo Sara.
Haizea rebuscó en el bolso lo más rápido que pudo. Era una llamada. Era un número desconocido, sería para alguna promoción.
-¿Sí, digame?- Preguntó ella, con su inocente voz.
-¿Dónde estás? ¿No has ido a la fiesta? –Iván. Era él. Haizea no sabía qué hacer. Su prima estaba allí, y quería soltarle todo.

Haizea se soltó el pelo nerviosa
-¡Claro que fui! Pero tú estabas demasiado entretenido como para fijarte- Insinuó.
-¿Có…como?- Preguntó Iván.
-¿Desde dónde estás llamando?- Preguntó ella. Tenía su número, pero era desconocido esta vez.
-¿Y eso a que viene? Es más, ¿a qué te referías antes?- Intentó disuadir el tema como pudo.
-Sí, si que viene, y no te pienso decir nada más hasta que me respondas.
-Haizea, ¿qué pasa? - Preguntó Sara, que se había puesto de pie asustada.
-Un momento- Cortó la disculpa de Iván, donde decía que le llamaba desde una cabina- Nada, un amigo, que está viciado a un juego virtual-Intentó mentir. Hizo un ademán con la mano para que le disculpase un momento, y fue al baño a hablar- Lo vi. Vi lo que hiciste. Me tenías delante. Podías haber dicho algo- Respondió ella.
Iván tartamudeaba cualquier disculpa, mientras ella hacía círculos con los ojos- Buenas noches, Iván, que descanses- Dijo secamente, y colgó el teléfono.

Abrió la puerta del baño, y Sara estaba allí, con una expresión seria.
-¿Quieres hablar?- Sonrió comprensiva.
-No, estoy bien. Como ya te he dicho, ha sido solo un juego-Haizea intentaba ocultar su enfado, pero era incapaz. Rompió a llorar cuan volcán. Sara le abrazó, y fueron a la buhardilla.

-Sara, me gustaba un chico…Un poco. Y éste ha besado a mi mejor amiga, en mis narices…- Contó sin detalles, entre sollozos.
-Oh…Lo siento mucho, Haizea…Ya verás, que si el destino quiere, os juntará. Sara acarició la cabeza de Haizea, que estaba sobre sus rodillas.

Decidieron por acuerdo mutuo apagar el ordenador y deshacer la maleta de Sara, que pasaría con sus tíos unos meses, ya que sus padres estaban ambos fuera del país por negocios.
A la mañana siguiente, Haizea caminaba con Sara hacia el colegio. Sus tios, los padres de Sara, ya habían hablado con el director del centro sobre un traslado de un momento a otro. Las dos caminaban con el paso decidido y con el uniforme puesto. Realmente, le quedaba bien a las dos.
Haizea suspiró antes de entrar al edificio, era miércoles. Aún le quedaba bastante tiempo para el fin de semana.
Sara le sonrió, y tiró de ella. Al llegar a clase, la primera hora tenían tutorías con la tutora, así que decidieron hacer la presentación de Sara.
Haizea llevaba todo el día evitando a Iván y a Cristina. Cristina intentaba evitar a Iván y arreglar las cosas con Haizea, e Iván intentaba evitar a Cristina y solucionar todo con Haizea.
En la hora de recreo, Haizea estaba sola. Miraba una descuidada y vieja finca a través de una verja. Alguien se puso a su izquierda observándola también.
-¿Cuántas veces debo disculparme?
Haizea sonrió con sarcasmo, y se giró hacia la voz.
-Tú no tienes que disculparte, Iván. En absoluto. ¿Por qué? Si conmigo no va el tema. ¿A mi que me importa que andes con Cristina? ¡Sed felices!- Y dicho eso, se giró para irse, pero Iván le agarró el brazo.

-Haizea, por favor, escúchame. Déjame al menos intentar explicarte el por qué.
-No hay nada que explicar, Iván.- Y dicho eso, se fue hacia un patio cubierto, donde estaba Cristina. Haizea se desvió hacia la puerta de los baños, pero Cristina ya estaba detrás de ella.
-¿Y tu prima?-Intentó suavizar la conversación.
-Está con los de tercero, jugando al baloncesto- Dijo secamente.
-¿Estás enfadada?- Preguntó Cristina.
-¿Yo? ¿Enfadada?- Haizea exageró la voz.
-Sí, te noto dolida, sufriendo.
-¿Sufrir yo? ¿Por qué? ¿Se ha ido internet?- Dijo irónica. Tocaba plástica, y la profesora ya había llamado a la fila.
Cristina quedó callada, nunca había visto a Haizea así.

Ya era la hora de irse a casa. Haizea caminaba con Sara, eran las cinco de la tarde y habían ido al comedor. Quedado en ir al veterinario, ya que el nuevo pez blanco no probaba bocado desde que lo había recogido.
‘El Karma , Haizea, esto es el Karma’ Se repetía una y otra vez.
Comenzó a llover. Pasaban justo por el porta, así que Haizea subió a por el pez, que estaba en una pecera a parte, más pequeña y solo, y a por un paraguas.
Cuando bajó, le sonó el móvil, era una melodía triste de violín; un mensaje.
‘Haizea, m he ido al parke, por qe llovía mucho y no tenia el paraguas a mano. Stoy sperandote en los recintos d patinaje.
1 Bso.
Sara . ‘
¡Perfecto! Su prima le había dejado sola. Para colmo, se había olvidado el paraguas y había comenzado a nevar. ¡Qué cabeza la suya! Nada más salir del portal, corriendo, tenía el pelo empapado, hasta que de repente, notó como la nieve cesaba.
-Hola.
Haizea levantó la mirada. Era Iván. Abrigándole con el mismo paraguas que la primera vez. Le tenía tan cerca que no podía enfadarse con él.
-Hola.
-¿Sabes que el agua de la lluvia no es buena para un pez?-Sonrió.
-Sí…¿Qué haces aquí?
-Quería explicarme.
-Te he dicho muchas veces que no hace falta, que seais felices.
-No quería besarle a ella.
-No, que va. Y ahora me dirás que este pez es un marciano.
-Pensé que eras tú.
-¿Qué?
-Tal y como me describiste la máscara, pensé que eras tú, Haizea.
-Ya…Pero eso lo dices ahora. No fue lo que dijiste antes.
-Entonces creo que sé la manera perfecta para arreglar esto-
Iván cogió la pecera con sumo cuidado. En su mano derecha estaba el paraguas, y en la izquierda la pecera. Haizea no comprendía lo que hacía. ¿Iba a hacer malabares?
En un momento, este se inclinó y le besó. Ella cerró los ojos, ahora sabía lo que era estar en los mundos de Yupi, literalmente.

-¡Haizea!
Ambos se separaron y se giraron hacia donde provenía la voz. Era Sara.
-¡Vamonos a casa ahora mismo!- Y sin aclarar nada más, cogió a Haizea del brazo, y le quitó bruscamente la pecera.
Una vez ya en el piso, y en la buhardilla, Sara comenzó un discurso que tenía demasiado bien preparado.
-¿En qué pensabas?
-Sara, no he sido yo.
-Ya lo sé, ha sido él. No es por ti, es por mi…Bla bla bla.
-¿En qué piensas tú ahora?
-En decírselo a la tia.
-Sara, no he sido yo, no me puedes hacer esto- Haizea comenzó a temblar.
-Puff…No sé…Solo hay una manera de que yo no se lo diga a la tia.
-¿Cuál? – Preguntó Haizea, creyendo en una esperanza.
-Son varias en una; que no te vuelvas a ver con Iván, y que hagas exactamente todo lo que yo diga.
Haizea empalideció, pero así hizo. Habló con Iván explicándole las condiciones de Sara. Los dos se habían abrazado, y lloraban en silencio.
Semanas... Y pasaron tres semanas desde que Haizea cumplía las órdenes de Sara. La mayoría eran de ‘Tráeme aquí, llévame allí, hazme esto de aquí'. La primera no afectó a Haizea, puesto que se hablaba con Iván por mensajes, pero su prima los pilló y también se lo prohibió. La segunda se fue acostumbrando pero la tercera se hartó de las ordenes de Sara y, un día, reventó.
-¡No pienso dejar que me mangonees así! ¡Somos primas!- Y es que era demasiado fuerte lo que Sara le pedía. Que le cogiese el mando de la televisión cuando ella estaba a pocos centímetros. Estaba en el sofá, y se levantó.
-Muy bien, tú lo has querido, ‘prima’. Ahora comprobarás que iba en serio.
-¡Sara, no, espera!- Intentó arreglarlo Haizea.
Sara se apartó el pelo de la cara, y con una sonrisa chilló:
-¡¡¡TIA!!!